La muerte del Orangután JAMBI




Porque lo que sucede a los hijos de los hombres,
y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es:
como mueren los unos, así mueren los otros, y una
misma respiración tienen todos…
Todo es hecho del polvo,
y todo volverá al mismo polvo.
Eclesiastés
 

Mi queridísimo JAMBI… TITO… porque tal fue tu primer apodo familiar, derivado… obvio… de la palabra chiquitito. Y es que eras como Pulgarcito, de una pequeñez extrema y totalmente indefenso. Y en medio de todo, perfecto, completito y con unas hermosas y diminutas orejitas. ¡Miento!... te faltaban las uñitas del dedo gordo de cada pie… 

Alguien me dijo ayer que no tuviera miedo a tus recuerdos, de ahí que hoy te escriba para confesarte que cuando te tuve en los brazos, ya en la soledad de nuestra primera madrugada juntos, tuve pánico de quedarme dormida y aplastarte. Para evitarlo, mis papás… tus abuelos… me rodearon de cojines, quedando sobre la cama cual si fuera momia y contigo sobre el pecho, todo, con tal de evitar el accidente tan temido, porque de que esta tu madre no biológica era dormilona, lo era… hasta que llegaste tu, mi pequeño orangután. Y pasó, que más que aprender a no quedarme dormida hube de acostumbrarme a sobrevivir sin dormir, pues según yo, sólo saldrías adelante con hartísimo amor y plena dedicación, como así fue, a diferencia de tus dos hermanitos, que murieron estando a cargo del servicio médico veterinario de aquel viejo zoo de Chapultepec donde naciste, tras un parto en solitario de la loquísima de LIZZA, de la que se te tuvo que separar porque no producía leche, y los anticonceptivos le hacían los mandados. Por eso llegaste tú detrás inmediatamente de ALEJANDRO y WOOLI, y casi justo un año después el TOTO, aún con… ¿vida?

Resuelto lo anterior, vino que debías comer cada hora y casi tardabas el mismo tiempo en absorber unas cuantas gotitas de calostro, que además tenía que ser calentado a baño maría para que no perdiera sus particularidades. ¡Una friega! Luego, a cada tres tomas te dormías, y acabando el periplo de despertarte y provocarte una más, procedía a limpiarte y cambiarte el pañal, que por cierto tenía que pesar rigurosamente, tanto seco como mojado, e igualmente medirte el vientre e ir anotando todo cambio y reacción.

Sobre lo anterior, me preocupaba que me vieras siempre con mascarilla y una bata estéril color verde, que por indicaciones médicas debía ponerme al darte de comer, claro, hasta que por tu cuenta decidiste echarla de lado aferrándote a mi cuerpo y entrelazando tus fuertes dedos en mi entonces larga cabellera, una vez lo cual, nos decidimos por lo natural, sintiéndote yo y oliéndome tu hasta reconocerme como nodriza, primero, y luego, durante los 7 años posteriores, como TU MADRE. Hoy que ya no estás y duele tanto, no puedo dejar de recordar tus balbuceos y tu característico olor… tu carita de azoro cuando por primera vez viste una hermosa luna llena brillantísima, que ansioso me pedías tener entre las manos.

Recuerdo también que con absoluto dominio hacías como querías a nuestras perritas. Mientras merendabas le aventabas la pelota a CAMILA, y cuantas veces lo hacías, ella, pacientemente, te la regresaba. Los fines de semana gozabas mojar a manguerazo limpio a POLA y a PEQUE, que te disfrutaban enormemente. Recuerdo al parejo tu sorpresa cuando relacionaste los apagadores con la luz. Te hechizaste. Recuerdo asimismo que a tu segunda navidad nos dejaste sin árbol, al decidir darle un paseo por toda la casa sin dejar viva una sola esfera. ¡Cómo te gozamos!... al igual que cuando abrías tus regalos. Eso sí…

Todavía no me baja el susto de aquella vez en que encendiste la camioneta y emprendiste camino sin mi, y con TOTO y CAMILA de pasajeros. Nunca he vuelto a correr tan rápido para alcanzar algo. Recuerdo, pues, tantas situaciones, entre ellas cómo te gustaba dormir de panza dentro de la funda de una almohada, misma posición con la que entraste a la oscuridad eterna antes de convertirte en ceniza. Ya tocaré este asunto de tu agonía y prematura muerte, pero no esta vez. Hoy no. ¡Hasta pronto JAMBI
Marielena Hoyo Bastien

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