La India pierde la mitad de sus tigres asiáticos en sólo cinco años
PABLO M. DIÉZ. ENVIADO ESPECIAL. NUEVA DELHI.
El tigre asiático parece tener los días contados en La India, donde se suponía que vivía la mitad de los ejemplares del continente. Al menos en teoría y hasta ahora, puesto que la población de dicha especie podría haberse reducido drásticamente en sólo cinco años.
Según los primeros datos dados a conocer de un informe estatal, en La India sólo quedarían en la actualidad entre 1.300 y 1.500 tigres, prácticamente la mitad de los 3.642 localizados en 2002. Así lo acaba de anunciar en Nueva Delhi un reputado conservacionista, Valmik Thapar, quien avanzó en un seminario las conclusiones del estudio oficial que está llevando a cabo el Instituto de Especies Salvajes de India.
Aunque las cifras definitivas no serán difundidas hasta finales de año, sus estimaciones han hecho saltar todas las alarmas en este país, donde las autoridades temen que el tigre propio de la zona, el de Bengala, se encuentre en un irreversible proceso de extinción.
Sofisticadas cámaras
El nuevo estudio que se está llevando a cabo en La India para calcular el número de tigres que quedan en el país pretende ser el más exhaustivo realizado hasta la fecha. Para ello, el Instituto de Especies Salvajes ha optado por emplear la tecnología más avanzada recurriendo a sofisticadas cámaras que grabarán a los felinos en su hábitat natural. De esta manera, el informe será más completo que si se cuentan únicamente las huellas que dejen los animales en la jungla, lo que puede conducir a ciertos errores de cálculo entre los expertos. El pasado mes de mayo ya se efectuó otro análisis en más de la mitad de los 28 santuarios para tigres y se descubrió que únicamente había 500 ejemplares. Una cifra muy por debajo de los 1.500 detectados en 2002, mientras que el resto permanecería en libertad. «Es estremecedor comprobar cómo hemos llegado a esta situación», se escandalizó Thapar, quien abogó por imponer una política de «tolerancia cero» contra los cazadores similar a la que aplicó el Gobierno de Kenia en los años 80 para acabar con la captura de elefantes con fines monetarios por parte de los contrabandistas que vendían sus cuernos de marfil.
Oficialmente, las autoridades reconocen que 114 tigres fueron cazados entre 1999 y 2003, mientras que 59 murieron por causas naturales. En 2004, los tigres exterminados fueron 34, y 43, en 2005, pero tales cifras podrían ser muy superiores. Aunque el comercio internacional de dicha especie está prohibido desde 1993, los tigres asiáticos siguen siendo una codiciada pieza para los cazadores porque tanto sus huesos como su piel son frecuentemente usados en la medicina tradicional china. Buena prueba de ello es que una pequeña botella de vino elaborado con sus huesos pulverizados cuesta más de 60 euros. Entre sus numerosas propiedades curativas, destacan sus supuestos efectos afrodisíacos, por lo que la demanda procedente del gigante asiático puede haber sentenciado de muerte a los tigres. De igual modo, tanto sus patas como las rayas de su piel son muy apreciadas como amuletos de la suerte, sobre todo en El Tíbet, donde se llegan a pagar 6.000 euros por cada ejemplar.
Urbanismo salvaje
Además de la caza, otro de los factores que ha diezmado a estos animales es el frenético proceso de urbanización e industrialización que está provocando el crecimiento económico hindú, superior al 8 por ciento cada año, y que se lleva a cabo a expensas de sus ricos recursos naturales. De hecho, los tigres salvajes ocupan en la actualidad el 7 por ciento de la superficie que venían dominando históricamente, ya que en la última década han perdido un 40 por ciento de su hábitat natural. El problema es tan serio que hasta el propio primer ministro, Manmohan Singh, se ha visto obligado a escribir a las autoridades de cada estado para que se ocupen lo antes posible las numerosas plazas de guardas forestales que quedan vacantes por falta de presupuesto. Además, los proteccionistas han pedido al Gobierno que reconsidere la medida que tomó el año pasado para permitir que 40 millones de personas pertenecientes a los grupos tribales pudieran vivir en la jungla. A juicio de los conservacionistas, las reservas de tigres y otras especies protegidas deberían quedar al margen de dicha ley por el impacto que puede tener la mano del hombre sobre los animales. Hace un siglo, había unos 40.000 tigres en La India, pero décadas de caza furtiva y contrabando han puesto al rey de la jungla asiática en una posición tan difícil que, según Rahul Kahul, director del Fondo de Especies Salvajes, «podría desaparecer en 15 ó 20 años».
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