El cielo de Barcelona presagiaba ese domingo una nevada histórica, pero Leonardo Anselmi, de 34 años, dejó su traje y llegó vestido con ropa deportiva y poco abrigo a un colorido y recoleto restaurante vegano del Gòtic, el rincón preferido de muchos animalistas. Leonardo, argentino de Rosario, cuna de hombres tan ilustres y dispares como el Che, Fontanarrosa o Messi, saluda a tres comensales y revela que son informáticos que intentan reparar los ataques que ha sufrido la página web de la plataforma Prou! (basta, en catalán), la culpable de que el Parlamento catalán debata si debe declarar las corridas de toros ilegales.
Anselmi no es precisamente nacionalista. Y es más: hasta no hace mucho creía que los toros sólo eran un baile entre la bestia y un hombre con traje de luces. En la otra punta del globo, los toros se le antojaban algo remoto. Y tanto es así que cuando llegó a Barcelona, en 2002, por una historia de amor con Alejandra, compatriota suya, le pidió que lo retratara ante la Monumental. "Me dijo: '¿Estás loco? ¡Ahí matan a los toros!".
Nunca más se le pasó por la cabeza algo así a este hombre, licenciado en marketing, con una consultoría, defensor a ultranza de los animales y uno de los rostros en el punto de mira de los taurinos radicales que temen que el Parlamento de Cataluña apruebe la abolición de las corridas.
Anselmi pertenece a Prou!, un colectivo de 11 activistas que capitaneó la recogida de 180.000 firmas para impulsar la iniciativa legislativa popular. "Soy el portavoz, pero un miembro cualquiera", dice mientras revela que ha recibido amenazas de muerte por lo que ha instalado cámaras de vigilancia en la casa donde vive con nueve perros, 12 gatos y dos hurones.
Tiene la fecha grabada: 17 de julio de 2007. El día en que José Tomás llenó la Monumental y 5.000 personas se manifestaron en contra. Allí se fraguó Prou!, que recogió firmas tras muchos fines de semana y muchas protestas ante el Parlamento catalán. De origen veneciano y verbo fácil, Anselmi se ha reunido con diputados y se siente orgulloso del debate "democráticamente impecable" que ha celebrado la Cámara, por la que han pasado filósofos, escritores y catedráticos."Para mí la defensa de los animales no tiene fronteras", dice recalcando su procedencia argentina. Este vegano de pies a cabeza confiesa que ya no sufre cuando pasa ante un asador, mientras ataca su hummus preferido y una lasaña de berenjenas. Cree que la sociedad catalana está preparada para abolir los toros pero no, por ejemplo, para que desaparezcan los zoológicos o los correbous, los encierros donde no se sacrifica y que han sido protegidos por el Parlamento. "Todo es posibilismo", se sincera.
Asegura que apoyará a quienes defienden su derecho a ir libremente a las corridas cuando se lo concedan también al toro, y rebate que deba protegerse el toreo por haber inspirado a Picasso o Lorca: "Sin la crucifixión nos habríamos perdido un montón de obras de arte y no por eso crucificamos a alguien los domingos". Ha asistido a seis corridas para filmar su "crueldad" y puede entender que haya gente atrapada: "Es un estallido de color, de música e incluso de olor, pero cuando ves al toro haciendo ese gesto de dolor con la cabeza... se acabó".
Angels Piñol / El País / Libera / 01 04 2010
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