A mediados del siglo XVIII la revolución industrial significa una nueva etapa para la humanidad, las industrias comienzan a reemplazar a los artesanos, se produce en masa, se forman ciudades alrededor de las grandes industrias y esto crea la necesidad de nuevas formas de transporte, primero fué el vapor y luego el motor a combustión. A fines de los 1800 ya existían los primeros automóviles y los vehículos motorizados podían ser de uso personal, comenzaba la era de los combustibles fósiles, a poco más de un siglo de ello, recién se comienza a tomar una conciencia real sobre el enorme daño que produce al planeta el abuso de estas tecnologías.
Hace años que se conoce el efecto invernadero, las emisiones de CO2 y su efecto en la salud humana y en el medio ambiente tampoco son nada nuevo, pero los cambios drásticos en el clima atmosférico mundial han levantado la voz de alarma, como siempre, más tarde que temprano, cuando ya además se ve afectado el pronóstico para la economía. Mucha gente ha tomado conciencia del daño, pero poco se ven acciones concretas del gobierno para atacar el problema, en una economía competitiva nadie se arriesga a dar el primer paso porque la competencia seguirá usando fuentes de energía dañinas mientras aún sean más baratas.
Somos muy buenos para criticar a nivel macro, quejarnos del sistema, de nuestros líderes, y es válido, pero tratándose de conciencia ambiental tampoco vemos muchas acciones concretas a nivel individual, si no actuamos como individuos ¿que podemos exigir a los grandes poderes económicos? La inquietud debe surgir de la gente común y finalmente nuestro bienestar es reflejo del progreso de nuestra sociedad.
En materia medio ambiental, y como siempre, el ego y la competitividad nos hacen atentar contra nosotros mismos con tal de superar al de al lado, los medios de transporte no son para nuestra sociedad sólo herramientas para movilizarnos, son joyas, símbolos de estatus social y lamentablemente mayores motores, mayor consumo, se asocian a mayor éxito económico, el satisfacer sólo la necesidad y los términos “utilitario” “económico” o “eficiente” parecen ser más dignos de pobres y tacaños, o lo que es lo mismo en una sociedad consumista, fracasados. Mientras nuestra mentalidad apunte a impresionar al vecino y superar a la competencia más que a satisfacer necesidades concretas de la forma más eficiente posible seguiremos siendo una especie autodestructiva, incapaz de vivir en un planeta sin devastarlo.
China, junto con algunos países de Europa han dado un buen ejemplo con el incentivo del uso de bicicletas, redes de ciclovías, estacionamientos seguros, pero sobre todo, una mentalidad moderna, donde son vistas como un medio de transporte eficiente y por lo mismo socialmente aceptado, todos sabemos que si en Chile sale una persona vestida formal en su bicicleta se sentirá ridículizada por las miradas y comentarios de la gente conservadora y de mentalidad estrecha que por desgracia abunda, los beneficios en salud, bienestar y ahorro de combustible terminan muchas veces pesando menos que la presión social, ¡que lástima! Más en un país con altos índices de sedentarismo y obesidad.
Por supuesto, por más sano que sea el ejercicio, no puede imponerse, incluso el más atlético querrá descanzar en ocasiones, para eso existen ciclomotores (menos de 50cc) como las bicicletas mosquito que rinden unos 60 kms por litro, que no necesitan patentes y también bicicletas eléctricas, dependiendo su tipo, estos ciclomotores pueden prestar asistencia mientras se pedalea o prescindir completamente de pedalear, pero además, dan la opción se ocupar las piernas si se acaba el combustible. Buscando en internet sobre bicis eléctricas me topé con una frase que encontré genial y que se refería al uso razonable de la energía: “tiene más sentido mover una máquina de 25kgs para transportar a un humano de 80kgs que mover un vehículo de 1500” Además, cuando el límite urbano de velocidad es 50km/h ¿acaso no es suficiente para un día de buen clima un ciclomotor que anda a 60km/h?
Otra alternativa que ahorra energía es la motocicleta, sobre todo las diseñadas para ciudad, de trabajo, custom y scooters, dependiendo de su peso y cilindrada, algunas superan los 30 km por litro de rendimiento, aunque claro, posee la misma limitación que las bicicletas y ciclomotores, nos deja a merced del clima y además sólo permite movilizar a una o dos personas según el modelo, para solucionar estos problemas en algunos casos el auto sigue siendo la mejor opción, los city cars de a poco se abren paso en las grandes ciudades y satisfacen las necesidades de transporte dentro de un radio urbano.
Es evidente que las necesidades particulares de muchas personas apuntan a vehículos de mucho mayor potencia y tamaño, familias numerosas, ciertos trabajos o ciertos terrenos tienen sus propias exigencias, el punto pasa por que la elección de los medios de transporte obedezca a necesidades reales y de esa forma evitemos el despilfarro de combustibles y de emisiones, que tienen a ciudades como Santiago con una atmósfera oscura e insalubre. Nada cuesta para muchos tener además de la camioneta o jeep una bicicleta, un cliclomotor, una moto, o un autito pequeño y utilizar el vehículo según la ocasión, para ciertos recorridos puede que incluso el transporte público resulte más cómodo, debemos sacudir de la mentalidad de nuestra sociedad el asociar el tamaño del vehículo y el sonido estridente del motor con éxito, los autos no son extensiones ni proyecciones del tamaño del pene, por favor! Son herramientas, máquinas, diseñadas para satisfacer las necesidades y darnos una mejor calidad de vida.
Ya existen vehículos eléctricos e híbridos altamente eficientes, pero mientras el gran negocio petrolero y automotriz no permita que esas tecnologías se masifiquen no existe excusa para el ciudadano promedio de no contribuir adaptando su propia mentalidad y prioridades a un estilo de vida más sano, sano para si mismo, nuestra sociedad y nuestro planeta.
Leo Sepúlveda - Concepción.Chile
Hace años que se conoce el efecto invernadero, las emisiones de CO2 y su efecto en la salud humana y en el medio ambiente tampoco son nada nuevo, pero los cambios drásticos en el clima atmosférico mundial han levantado la voz de alarma, como siempre, más tarde que temprano, cuando ya además se ve afectado el pronóstico para la economía. Mucha gente ha tomado conciencia del daño, pero poco se ven acciones concretas del gobierno para atacar el problema, en una economía competitiva nadie se arriesga a dar el primer paso porque la competencia seguirá usando fuentes de energía dañinas mientras aún sean más baratas.
Somos muy buenos para criticar a nivel macro, quejarnos del sistema, de nuestros líderes, y es válido, pero tratándose de conciencia ambiental tampoco vemos muchas acciones concretas a nivel individual, si no actuamos como individuos ¿que podemos exigir a los grandes poderes económicos? La inquietud debe surgir de la gente común y finalmente nuestro bienestar es reflejo del progreso de nuestra sociedad.
En materia medio ambiental, y como siempre, el ego y la competitividad nos hacen atentar contra nosotros mismos con tal de superar al de al lado, los medios de transporte no son para nuestra sociedad sólo herramientas para movilizarnos, son joyas, símbolos de estatus social y lamentablemente mayores motores, mayor consumo, se asocian a mayor éxito económico, el satisfacer sólo la necesidad y los términos “utilitario” “económico” o “eficiente” parecen ser más dignos de pobres y tacaños, o lo que es lo mismo en una sociedad consumista, fracasados. Mientras nuestra mentalidad apunte a impresionar al vecino y superar a la competencia más que a satisfacer necesidades concretas de la forma más eficiente posible seguiremos siendo una especie autodestructiva, incapaz de vivir en un planeta sin devastarlo.
China, junto con algunos países de Europa han dado un buen ejemplo con el incentivo del uso de bicicletas, redes de ciclovías, estacionamientos seguros, pero sobre todo, una mentalidad moderna, donde son vistas como un medio de transporte eficiente y por lo mismo socialmente aceptado, todos sabemos que si en Chile sale una persona vestida formal en su bicicleta se sentirá ridículizada por las miradas y comentarios de la gente conservadora y de mentalidad estrecha que por desgracia abunda, los beneficios en salud, bienestar y ahorro de combustible terminan muchas veces pesando menos que la presión social, ¡que lástima! Más en un país con altos índices de sedentarismo y obesidad.
Por supuesto, por más sano que sea el ejercicio, no puede imponerse, incluso el más atlético querrá descanzar en ocasiones, para eso existen ciclomotores (menos de 50cc) como las bicicletas mosquito que rinden unos 60 kms por litro, que no necesitan patentes y también bicicletas eléctricas, dependiendo su tipo, estos ciclomotores pueden prestar asistencia mientras se pedalea o prescindir completamente de pedalear, pero además, dan la opción se ocupar las piernas si se acaba el combustible. Buscando en internet sobre bicis eléctricas me topé con una frase que encontré genial y que se refería al uso razonable de la energía: “tiene más sentido mover una máquina de 25kgs para transportar a un humano de 80kgs que mover un vehículo de 1500” Además, cuando el límite urbano de velocidad es 50km/h ¿acaso no es suficiente para un día de buen clima un ciclomotor que anda a 60km/h?
Otra alternativa que ahorra energía es la motocicleta, sobre todo las diseñadas para ciudad, de trabajo, custom y scooters, dependiendo de su peso y cilindrada, algunas superan los 30 km por litro de rendimiento, aunque claro, posee la misma limitación que las bicicletas y ciclomotores, nos deja a merced del clima y además sólo permite movilizar a una o dos personas según el modelo, para solucionar estos problemas en algunos casos el auto sigue siendo la mejor opción, los city cars de a poco se abren paso en las grandes ciudades y satisfacen las necesidades de transporte dentro de un radio urbano.
Es evidente que las necesidades particulares de muchas personas apuntan a vehículos de mucho mayor potencia y tamaño, familias numerosas, ciertos trabajos o ciertos terrenos tienen sus propias exigencias, el punto pasa por que la elección de los medios de transporte obedezca a necesidades reales y de esa forma evitemos el despilfarro de combustibles y de emisiones, que tienen a ciudades como Santiago con una atmósfera oscura e insalubre. Nada cuesta para muchos tener además de la camioneta o jeep una bicicleta, un cliclomotor, una moto, o un autito pequeño y utilizar el vehículo según la ocasión, para ciertos recorridos puede que incluso el transporte público resulte más cómodo, debemos sacudir de la mentalidad de nuestra sociedad el asociar el tamaño del vehículo y el sonido estridente del motor con éxito, los autos no son extensiones ni proyecciones del tamaño del pene, por favor! Son herramientas, máquinas, diseñadas para satisfacer las necesidades y darnos una mejor calidad de vida.
Ya existen vehículos eléctricos e híbridos altamente eficientes, pero mientras el gran negocio petrolero y automotriz no permita que esas tecnologías se masifiquen no existe excusa para el ciudadano promedio de no contribuir adaptando su propia mentalidad y prioridades a un estilo de vida más sano, sano para si mismo, nuestra sociedad y nuestro planeta.
Leo Sepúlveda - Concepción.Chile
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