Tiempo para defender a los animales



El Código Penal castigará por primera vez con cárcel la explotación sexual contra los animales (zoofilia). También se penará el abandono cuando la vida del animal esté en riesgo, y se inhabilitará de uno a tres años al maltratador de animales para tener mascotas. Una reforma que nos aleja de la explotación de los seres vivos, y quizá también del Toro de la Vega y de la cabra tirada del campanario, puesto que nos acerca a la Europa más civilizada, humana y animalista.

Un gran paso adelante, aunque algunos puedan pensar que se trata de una simple anécdota. Por ejemplo, los tertulianos de TVE, la televisión pública española. Prácticamente la misma cuadrilla de opinadores que hace solo unas semanas preparaba una encerrona a Pablo Iglesias, líder de Podemos, se reía el otro día a gusto de la nueva reforma del Código Penal: “El cabrero que se lo hace con una cabra puede ir entre tres meses y un año a prisión”, comentaba con sorna el periodista Antonio Papell. El resto de contertulios se alborotó y, como si estuvieran en la barra de un burdel portuario, estalló en carcajadas ante la chabacana ocurrencia.



Papell, Alfonso Rojo, Graciano Palomo y compañía, incluido el presentador Sergio Martín, se descojonan vivos: no son de esos afeminados que lloriquean por la suerte de una cabra. Ellos a las chivas se las devoran, pero cuando son lechales. “Tiene gracia que, con la que está cayendo, tengamos tiempo para esto”, sentenció un Papell que no es animalista, qué duda cabe, porque no tiene espejos en casa: el pellejo del rostro le cuelga como a un viejo y entrañable basset hound.
Tener tiempo para defender a los animales, para evitar que se les maltrate, nos hace más humanos. Mejores humanos. A algunos. Por eso la reforma del Código Penal es una gran noticia, incluso en estos tiempo duros perfectos para tertulianos viriles. Y es una gran noticia porque, como ha dicho el diputado de ERC Joan Tardá, “España no puede ser durante más tiempo un paraíso para los maltratadores de animales”.



Ahora solo queda seguir avanzando, ignorar el desprecio de opinadores a sueldo y exigir una nueva reforma que incluya sanciones para las peleas de perros y gallos. Y para otra formas de violencia con los animales, muchas de ellas amparadas en el concepto “tradición”. 

JAVIER PéREZ DE ALBéNIZ   / Cuarto Poder

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