ACUSAN A CLINICA VETERINARIA "ESPOZ" DE PUDAHUEL POR MUERTE DE GATA

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Santiago-Chile.
Mi gata "Mancha" y su hermana "Semilla" habían llegado a nuestras manos hace poco más de 1 año. Recuerdo que dentro de una cajita estaban jugando, indefensas, con ganas de vivir y entregar amor.Mis hermanos pequeños trajeron a las gatitas a la casa, a mi no me agradaba la idea, ya que soy alérgica, pero no podíamos dejarlas en la calle solas, así que se quedaron.

Todo el tiempo nos dieron alegrías, la "Mancha" y la "Semilla" llegaron a ser tan importantes para nosotras que dormíamos con ellas. La "Mancha" se acostaba en mi almohada y comenzaba a ronronear, y se quedaba dormida mientras yo le hacia cariño. Mis gatas eran inseparables y creo que la "Semilla" es la que más lamenta la muerte de mi "machita" porque nos maúlla, nos mira, nos rodea, recorre los dormitorios triste, baja y sube, y no entiende porqué no está su hermana en ningún lugar.

El día 15 de enero, la "Mancha" comenzó con síntomas de parto en la madrugada y la llevamos a un veterinario de urgencia como a las cuatro de la mañana. Ahí le inyectaron un medicamento para inducir contracciones, pues no podía tener a los bebés, según nos dijo el médico, así que tuvimos que dejarla tranquila hasta que pudiese tenerlos. Más tarde, como a las 08:00 horas, la "Mancha" tuvo su primer gatito, pero no pudo con ninguno más, así que la llevamos a la clínica veterinaria "Espoz" donde nos atendió Macarena Bello. Ella nos dijo que la gata no podía tener a los otros gatos y que debía quedar internada para hacerle una cesárea. Nosotros, preocupados por su salud, la dejamos. Cerca de las 19:30 horas, la fuimos a buscar y nos la entregaron junto a dos gatitos que pudieron salvar. Además, tenía uno muerto dentro de ella. Llegamos a mi casa con la "Mancha" aún anestesiada y comenzamos a inspeccionarla para ver cómo estaba. Ahí nos percatamos que tenía una herida cerrada con cinco puntos muy separados uno del otro, incluso, se le veían las carnes. En ese momento, pensamos que todo era parte del procedimiento así que no hicimos nada. En todo caso, antes de salir de la clínica le preguntamos a la veterinaria si la "Mancha" -operada y todo- podía darle leche a sus bebés. Su respuesta fue positiva y agregó que no era necesario ponerle nada, ni cuello isabelino, ni ninguna venda.

Al día siguiente,se le salió uno de los primeros puntos donde no tenía herida, pero más tarde se le salieron todos los puntos y, por ende, sus intestinos emergieron desde su cuerpo hacia el exterior en una escena que jamás podré olvidar en la vida.Todo esto ocurrió a las 02:00 horas, así que en la mañana la llevamos a la clínica "Espoz" para hablar con la veterinaria que intervino a mi "manchita". Su nombre es Gabriela Morís Payera. Le pedimos una explicación por lo sucedido y se enojó. Más aún, me insultó diciendo que fui una irresponsable, que no tengo ningún derecho a criticar su proceder, ya que no soy veterinario y no sé nada de animales, mucho menos de cirugías.Angustiada, le pedí que por favor la viera. Ella, sin hacerse cargo de la mala sutura, me volvió a cobrar por la operación. A esa altura, sólo quería que salvara a mi gata, así que le pagué y la dejaron ahí hasta las 18:00 horas, sin operarla, con los intestinos afuera, desangrándose y corriendo peligro de una infección mayor. A las 19:50 horas me la entregan nuevamente muy anestesiada, es decir, totalmente ida. Le vimos la cirugía y estaba impecable por fuera, esta vez tenía unos 20 puntos sobre la misma herida.

Claramente, era mucha la diferencia entre la primera cirugía y la segunda. Fue en ese momento que no me quedó duda que esta “profesional” había procedido mal en la anterior sutura.El día 23 de enero, mi gata no reaccionaba, había vomitado, tenía diarrea, ni siquiera se paraba. A las 13:47 horas dejó de respirar; se me vino el mundo abajo, no podía creerlo. La moví, la tomé, pero ella no respondía. En mi casa lloramos demasiado. Se nos había muerto un familiar, mi gata, mi regalona, mi compañera.Se supone que la "Mancha" iba a ser sometida a una operación que daba vida, en cambio, a ella se la quitaron. Saldo final, tres gatos huérfanos, una familia destruída y a otra gata con una pena inmensa.La acusada se defiende3Ciudadano se comunicó con la clínica "Espoz" para conversar con Gabriela Moris. Desde su lugar de trabajo, la veterinaria reconoció haber intervenido al malogrado felino. "Efectivamente, operé a la gata. Se le hizo una cesárea donde todo resultó bien, después vino a control y no hubo salida de puntos. El animal estaba de buen ánimo, incluso estaba lactando. Pero a los días se empezó a tirar los puntos hasta que se los sacó. Seguramente, la herida también se abrió cuando los gatitos comenzaron a succionar". Frente a las acusaciones en su contra, la profesional se defendió diciendo que los dueños "deberían haberme traído a la gata cuando se le salió el primer punto y no esperar mucho tiempo porque corría riesgo vital, ya que sus intestinos estuvieron mucho tiempo al aire".

Moris señaló que el procedimiento se realizó de acuerdo a la norma, por lo que descarta una posible negligencia de su parte. "Les recomendé que la gata usara una malla y un collar isabelino...este fue un descuido de los dueños porque esperaron a que se abriera la herida completamente. De hecho, siempre le decimos a la gente que ante cualquier problema venga, incluso no cobramos por los controles, a ella sólo se le cobró una sutura después de la cesárea". Al consultarle sobre el costo total aproximado que tuvo el procedimiento, la veterinaria argumentó que a los dueños de la gata se les cobró una cifra cercana a los 60 mil pesos.Finalmente, dijo sentirse tranquila frente a las acusaciones que se le indican. "Sé que hice bien mi trabajo, de lo contrario no nos iría tan bien como nos va".

3D (la Tercera.cl)