NAVE DE PROTECCIONISTAS DE CETACEOS COLISIONA CON BALLENERO JAPONES




El David-Ecologista salió esta vez mal parado de su encontronazo con Goliat-ballenero japonés. Tocado y hundido el miércoles en aguas antárticas del Pacífico. No hubo sangre en el lance entre el buque 'Shonan Maru 2' de la flota nipona y el 'Ady Gil', el futurista trimarán negro de la organización Sea Shepherd -sus seis tripulantes fueron rescatados-, pero en las próximas semanas correrá la de casi un millar de cetáceos: 935 minke y 50 rorcuales comunes. Es la cuota autoadjudicada por el país del sol naciente en la presente campaña ballenera.
Un año más Japón sigue con su pantomima; caza ballenas a pesar de la moratoria internacional de 1986, viola el santuario antártico y proclama que es «con fines científicos». Ciencia a unos 85 euros el kilo de esta delicatessen de capa caída en el mercado negro de Tokio. Los nipones no están solos en su cruzada bárbara, condenada -y tolerada- por la comunidad internacional. También Noruega e Islandia, tan ecologistas ellos, burlan la moratoria y arponean centenares de cetáceos en el Atlántico Norte. Y los tres países batallan en la Comisión Ballenera Internacional para intentar levantar el veto. Se combate en los despachos y en el mar. Desde principios de diciembre Sea Shepherd ('pastor del mar'), una ONG de «acción directa» y la bandera pirata por enseña, libra contra la flota nipona una dura guerra de guerrillas con cañones de agua, persecuciones en helicópteros, láseres e hirientes dispositivos sonoros. Todo vale. También la presión diplomática. Ambas partes se acusan de juego sucio. El 'Ady Gil', un ingenio digno de Batman, valía casi un millón de euros. Las ballenas vivas no tienen precio.

No hay comentarios: